sábado, 27 de febrero de 2010

los chinos

Empezaré con una pequeña anécdota que me pasó hace ya algunas semanas. ¿Nos situamos?

Domingo. Nueve de la noche. Partido de liga por el Plus. Un par de amigos y yo entramos en un bar regentado por chinos para ver el partido. Uno de mis amigos se pide un bocata. El camarero le dice que no tiene pan. Mi amigo le dice que no pasa nada, que se pide unas bravas o cualquier otra cosa. El camarero le dice que no. Se quita el delantal y se lo da a su mujer. Se mete en la trastienda, aparece con una bicicleta y sale del bar. A los quince minutos vuelve (medio mojado, porque llovía) con tres barras de cuarto bajo el brazo. Pasa por mi lado y lo miro con una mezcla de curiosidad y admiración. A los diez minutos mi amigo tiene un bocata de lomo con queso delante. Creo que pagó 2,80 €. No sé exactamente si fue cuando el hombre apareció con las barras o cuando nos sirvió el bocata, pero en algún momento de esa noche, ese bar se convirtió en “Los Chinos”, nuestro bar.

¿En qué otro bar te hacen eso? Tu vas a un bar regentado por un tío de aquí y pides un bocata un domingo a las nueve y, si tiene pan, te dice que te lo hagas tú. Si no tiene directamente te manda a tomar por el culo, claro.

¿Qué quiero decir con esto? Pues que con los chinos pasa algo raro. Demasiado serviciales. Decidme desconfiado, pero tanta deferencia no puede ser buena. Y tanta comida por ocho euros tampoco. Esta gente quiere algo. Diría que es nuestro país, si no fuera porque te vas a cualquier otro sitio del mundo y también están allí. ¿Entonces? Pues quieren el mundo. Se han empeñado en conquistarlo. Poco a poco. A fuego lento. A fuego lento tu mirada. A fuego lento tú o nada.

En mi barrio ya han empezado la conquista del pequeño comercio. El colmado al que iba a comprar las cervezas ahora es de chinos. El todo a cien (joder, nunca aprenderé a llamarlo de otro modo) donde voy a comprar pilas y DVDs, también. El bar al que iba a ver el fútbol, bueno, ya os lo he contado. Y no sé porqué hablo en pasado si sigo yendo a todos. Y me atienden como dios. Seguro que este fenómeno también lo habéis observado en vuestro entorno. Te los encuentras en todos lados. Se multiplican o algo, no sé. Ojo, porque el día menos pensado te despiertas y eres chino. Nunca se sabe.

Pero una cosa os diré, si una vez conquistado el mundo siguen con la diligencia actual, por mi que se lo queden. Si alguien tiene que dominar el mundo, que sean ellos, oye. Sé que en el fondo es algo egoísta, pero es que lo del bocata lo llevo grabado a fuego en la memoria.

¿Cuál es el peligro, entonces? Pues que, una vez dominado el mundo, no sé si el que irá a buscar las barras de pan el domingo a las nueve será un chino o seré yo con unos grilletes en los tobillos. Ese es el problema. Ahí es donde tenemos que estar atentos. Entre todos tenemos que ir destapando sus intenciones. Si simplemente se expanden porque ya no caben en China, adelante. Si quieren algo más (algo relacionado con ejércitos, dictadura y esclavitud), estamos vendidos. Son serviciales. Son trabajadores. Y son muchos.

Si quieren, pueden.

3 comentarios:

  1. http://3.bp.blogspot.com/_LMzny4qN9zQ/Sfd-g-oyylI/AAAAAAAAAGw/uVEKRAKqq4E/s320/el-roto-+los+chinos.jpg

    ResponderEliminar
  2. Ya lo decía Napoleón: China es un gigante dormido que hará temblar la tierra cuando despierte...

    ResponderEliminar