lunes, 23 de noviembre de 2009

las puertas giratorias

Me cago desde ya en las puertas giratorias. Qué asco. ¿No existe la puerta de toda la vida para entrar y salir de los sitios? ¿Pues por qué inventamos esta mierda? Seguro que un tío perturbado y aburrido, al que ya le dolía la mano de rascarse los huevos, decidió parir este invento. Eres gentuza, que lo sepas.

Pero aún hay algo peor que las puertas giratorias: las puertas giratorias automáticas. Eso ya es mierda pero de la buena. Si ya me da rabia tener que hacer un rodeo para entrar a un sitio, más rabia me da que una máquina me diga a qué ritmo lo tengo que hacer. Esas puertas te lobotomizan. Te convierten en un muerto viviente durante el breve espacio que estás en su interior. Dentro de ese cubículo, no eres nadie. Bueno, sí que eres alguien, sí. Eres un esclavo a la merced de un mecanismo que si quiere se para y tiene ahí toda la mañana.

Eso sí, estas puertas les van de perlas a las pelis románticas. Ahí dos enamorados pueden hacer el gilipollas durante horas.

En fin, tomemos la calle y acabemos con esto a pedradas, por favor.

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